Etiquetas
Corredor de la muerte, Juicio justo, Pablo Ibar, Pena de muerte
Su vida vale lo que sea capaz de recaudar para pagar su defensa. Sus posibilidades de seguir argumentando que es inocente, y por lo tanto de no ser condenado a muerte, son directamente proporcionales a que consiga hacerse con más de un millón de dólares.
Es la justicia que le ha tocado en suerte. Aquella en la que quienes tienen un patrimonio y una posición nunca serán condenados; aquella en la que quienes no tienen ni influencia ni recursos solo pueden confiar en la suerte. Porque no tienen el dinero suficiente para pagar a un abogado que haga su trabajo y que se ocupe de echar por tierra los argumentos de la acusación. Porque desarmar los indicios y crear una duda razonable cotiza muy alto en los juzgados de ciertos países, y a él le ha tocado bregar con una de esas justicias.
Él es Pablo Ibar. Él fue acusado hace 23 años de un triple asesinato. Él ha estado condenado a la pena capital, y ha pasado 15 años en el corredor de la muerte de una prisión estadounidense temiendo que se ejecutara la sentencia. A él hace un año le anularon esa condena aduciendo que la defensa del abogado que se le asignó había sido deficiente.
Y todo vuelve a empezar. Un juicio que ordenan repetir y una acusación que él ya conoce, la de la pena capital. Y si no quiere morir tiene que buscar y encontrar una defensa letrada eficaz; y si quiere un abogado que se tome en serio su caso necesita dinero. Un dinero que cubra esos honorarios y también el coste de todas pruebas necesarias para demostrar su inocencia. Unos recursos que la asociación que apoya su causa espera poder completar con las aportaciones de aquellos que creen que este hombre, que lleva media vida en prisión, merece un juicio justo. Porque es esta la última oportunidad que él tiene de demostrar su inocencia. Porque la diferencia entre vivir o morir está en un puñado de dólares.
www. PabloIbar.com
(Publicado en «Diario de Noticias de Álava», «Deia» y «Noticias de Gipuzkoa» el 31 de mayo de 2017)