¿Lo ves? Te lo dije; si ya lo sabía yo. Una pregunta retórica y dos afirmaciones rotundas y categóricas a las que hay que poner tono e intención. Pregunta y afirmaciones que llegan acompañadas de un ligero cabeceo y de unas cejas que se elevan para dar fuerza a lo que es el comienzo de un reproche que no admite crítica. Tres frases que encierran diversos empeños: el restregarnos que ellos lo sabían, que nos advirtieron de ello, que no les hicimos caso, que no cejamos en nuestro empeño y que ahora los hechos les han dado la razón.
Hechos que son sangrantes. Una ONG admite que sus cooperantes en Haití contrataron prostitutas y participaron en orgias durante la operación de ayuda humanitaria posterior al terremoto ocurrido en aquel país. Reconocen que ocurrió, que lo sabían y que decidieron ocultarlo. Reconocen que se tomaron medidas disciplinarias internas pero que no presentaron denuncia aun cuando se sobrepasó lo ético y lo legal. Una verdad a la que se agarran quienes no han colaborado antes ni piensan colaborar ahora con una ONG. Es la excusa perfecta. ¿Ves a dónde va a parar el dinero de las donaciones? ¿Ves por qué no se puede confiar en ellos? ¿Ves cómo yo tenía razón?
El no esconder bajo las alfombras la verdad, el asumir las responsabilidades, el informar con transparencia, el proteger a las víctimas son normas básicas a las que hay que agarrarse cuando ocurren historias como las que aquí han ocurrido. Y ocurre en las ONG como ocurre en el resto de la sociedad, aunque a ellos, por tratar con un material tan sensible, debemos pedirles una vigilancia extrema. No puede suceder, pero si sucede hay que contarlo, hay que denunciarlo. No puede haber dudas ni excusas. No puede tener dudas la infantería comprometida de estas ONG a la que le duele la verdad, pero a la que le duelen también los ataques y las excusas ramplonas.
(Publicado en los diarios del «Grupo Noticias» el 21 de febrero de 2018)